Esperas eternas y confirmaciones oficiales que se hacen
esperar días. Fichajes fallidos por menos de un millón. Jugadores atados que se
pierden porque otro club se adelanta en el último momento. No-fichajes con la
excusa de que cortarían la progresión de un jugador joven. Salidas de los
jugadores más importantes.
Así son los veranos en el Arsenal. Tiempo de frustración
y de evitar ilusionarse con nada por miedo a una mayor decepción. Y ahora Cesc
Fábregas al Chelsea, a Mourinho.