El año pasado estaba convencido de que Cesc se quedaría en el Arsenal. Los rumores habían sido todo el año aburridamente pesados para los aficionados gooners, y aún más para el propio Cesc. Un día de verano consiguieron que admitiese que si se iba alguna vez de Londres sería para fichar por el Barça – nada que no supiéramos antes.
Pero yo estaba convencido, porque no hace falta ser periodista y tener fuentes ni nada por el estilo para comprender cuando una institución está molesta con otra. Ni Wenger ni la junta del Arsenal estaba por la labor de entablar conversaciones con el Barça, y Cesc se quedó otro año en el Emirates.