viernes, 27 de diciembre de 2013

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LO INTENTAMOS


Arsenal 0 – 0 Chelsea, este fue el resultado. Las crónicas y post-partidos salieron en numerosas webs especializadas. La reacción general: victoria de Mourinho.

¿Por qué un empate es una victoria de una de las partes? ¿Tenía el Chelsea, el equipo de Mourinho, unas expectativas peores que el Arsenal? Esto justificaría que un empate sea leído como un éxito para uno y un fracaso para el otro.

Yo creo que en calidad son dos equipos bastante igualados. Suficientemente para que un empate no sea una victoria para ninguno de los dos si no hay circunstancias previas extraordinarias.

Supongo que la razón para esta lectura es que, mientras que el Arsenal salió con el objetivo de ganar, el Chelsea salió a empatar. Típico planteamiento de Mourinho, tan raquítico como legítimo.

Como el Chelsea salió a empatar, y empató, cumplió su objetivo. Misión cumplida, ¿verdad?

Pues no. No creo que deba ser así. Aceptar esto es caer en la trampa argumental de Mourinho.

¿Desde cuando alabamos la rebaja de objetivos y la falta de ambición? Puestos a empatar, ¿no deberíamos al menos alabar al que lo intenta, al que quiere ganar, al que juega para dar espectáculo?


No voy a aceptar como éxito la falta de ambición y objetivos. No sé por qué otros lo hacen. Pero si alguien decepcionó fue el Chelsea, otra vez. Porque no tuvieron resultado, no tuvieron juego y no tuvieron ambición.

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